Relato anunciado inicialmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.Llevo por nombre Sonia y me he animado a argumentar mi experiencia, utilizando el anonimato de la red y tras haberle leído de qué manera enseña las suyas. Si bien haya dicho mi nombre, hay millones de Sonias por el planeta, conque no tengo temor de que logre ser conocida. Y sucede que…, las mujeres (o yo en mi caso) no tenemos la posibilidad de expresarnos sin tapujos sobre el sexo pues tienen la posibilidad de tomarnos por guarras y depravadas, y entonces debemos ser mucho más prudentes… hasta el momento en que llegó internet y nos puso a nuestro alcance inmensidad de fotografías y vídeos…, y el anonimato para argumentar lo que deseamos.
Mi caso: Me agradan las pollas, los penes, las colas, las pililas, los pitilinos, etcétera etcétera, como a todas y cada una de las mujeres, pero no puedo decirlo públicamente. Pero, anónimo en la red, ya que sí. Me gustan mucho como huelen y me chifla comérmelos. No sé si a todas y cada una de las mujeres les agradan los penes y de qué forma huelen, pero para mí fue una sorpresa, que me excitó desde la primera oportunidad. Aun afirmaría que mucho más pene pasaron por mi boca que por mi vagina. Los chicos con los que he salido, con ciertos no he practicado sexo con coito, pero felación o chupada en su pene, eso sí lo he hecho. ¿Y por qué razón me agradan los penes?
Las entregadas a la causa
Estas se semejan bastante a las Diosas, pero no, van mucho más allí. No es que les agrade realizar a su pareja gozar del sexo pues ellas se sienten reinas y señoras, lo hacen por el hecho de que es su parte preferida de la vida, han nacido para comer pollas, el don que dios les dió es el de la devoración de órganos sexuales masculinos, eligen entrenar ellas sexo oral al otro que que se lo practiquen ellos a ellas. Ven la comida del pene como un arte ancestral, se toma el trabajo con poca broma, para ellas comerse una pinga no es cualquier cosa, es algo que hay que tomarse MUY seriamente.
Haberlas hay, muchas, muchas. Mujeres que solo imaginándose un pene en su cavidad bucal les entran los siete males. Eligen una muerte lenta y dolorosa antes que ‘meterme esa cosa en la boca’. Raramente muchas comentan que tampoco les hace particular ilusión que les coman el chichi, ciertas en verdad me dijeron que se niegan que se lo coman, que a conocer qué hace un señor metiendo la lengua por donde ella expulsa el piso, qué asco. Escucha, algo completamente respetable asimismo, aquí cada una hace lo que desea, cuándo desea y porqué desea.